Foto: Alberto López |
La pista estaba escondida en las Cantigas de Santa María, de Alfonso X el Sabio, cuyo texto, de mediados del siglo XIII, dice así: «E iréi pola Mariña [se supone que la de Lugo] vendendo aceite e fariña». Esta referencia bibliográfica, junto a otras de la época, animó a la firma gallega de base tecnológica Invatia Research a investigar sobre la industria aceitera que tuvo en su día Galicia y, sobre todo, sobre la posibilidad de que ya entonces explotase un producto único, el olivo gallego.
Nace entonces el proyecto Xen-Olea, con la intención de determinar las características genéticas y morfológicas de los olivos autóctonos. La empresa lo acomete en colaboración con la Universidad de Córdoba, que gestiona en Andalucía el Banco de Germoplasma Vegetal Andaluz, en el que se guardan muestras de las 242 variedades de olivos que existen en España. Allí, las pruebas de ADN revelaron que el olivo gallego no coincide con ningún otro. La variedad autóctona es única, como lo son por tanto su aceituna y el aceite que se elabora con ella.
Casi desaparecidos
La drástica irrupción de los Reyes Católicos, que ordenaron talar todos los olivos gallegos para beneficiar a otras zonas del sur, supuso un golpe mortal para un sistema industrial y comercial que funcionaba desde tiempos de los romanos. Pero por aquello de que la vida siempre se abre camino, que decía Spielberg en Parque jurásico, el olivo gallego logró sobrevivir en núcleos aislados de Quiroga, Monforte o Monterrei, custodiado por pequeños artesanos del aceite que producían a pequeña escala.
El hallazgo de Invatia y la Universidad de Córdoba arroja luz sobre un producto único tras cinco siglos de oscuridad, e impulsa la posibilidad de recuperarlo en otras zonas, como por ejemplo A Mariña lucense.
De forma paralela, Invatia trabaja con la aceituna -también única- para conocer sus posibilidades de mercado. Y las conclusiones organolépticas de los expertos en diferentes paneles de cata indican, según la empresa, que «con un tratamiento tecnológico adecuado y una mezcla de frutos de diferentes zonas se puede conseguir un aceite de oliva virgen de poca acidez y alta calidad, al nivel del mejor producto nacional».
El análisis morfológico y genético no es la única línea de investigación de esta firma con el olivo gallego. En colaboración con la Universidade de Santiago (USC), trabaja en el uso de esta variedad como cortafuegos biológico, por tratarse de un árbol con alto contenido de humedad. Y también en su empleo como cubierta vegetal, igualmente con la USC. Fuente: lavozdegalicia.es
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