Los españoles no saben de aceite de oliva, lo que condiciona de forma directa el consumo. La Consejería de Agricultura y Pesca ha elaborado un estudio que mide el grado de conocimiento que existe del zumo de aceituna. Sus resultados sorprenden y animan a trabajar en favor de la divulgación.
No se preguntó el grado de acidez de un virgen extra, las diferencias entre un aceite suave y un intenso o la relación que existe entre los polifenoles y el amargor del picual.
Tampoco se ahondó en variedades ni se cuestionó el tipo de colesterol que incrementa el “oro líquido” Jaén. En realidad, el Estudio del Grado de Conocimiento en Etiquetado del Aceite de Oliva usó preguntas muy sencillas, como qué valor dan las denominaciones, que ordene los diferentes aceites en función de la calidad, cuáles son mejores, si el de orujo es un tipo de aceite de oliva, cuál usa para crudo y cuál para cocinar, qué fecha es la preferente de consumo o qué tiene en cuenta para determinar la compra. Las respuestas sorprenden y hasta alarman, ya que denotan que los españoles saben muy poco de aceite.
En una coyuntura de estancamiento o, más bien, leve retroceso del consumo en España, sin duda, la gente compra y valora lo que conoce, por lo que el estudio de la Consejería de Agricultura pone “el dedo en la llaga” y hace pensar que, pese a que los romanos ya cultivaban aceitunas en la Bética para extraer su zumo, no se ha avanzado demasiado en la divulgación del producto.
El informe concluye que existe un alto grado de desconocimiento en cuestiones generales y específicas. Afirma que los españoles cuentan con una predisposición para consumir el zumo de la aceituna frente a otras grasas vegetales. Además, prefieren las categorías de mayor calidad. Los hombres y las mujeres que tienen entre 35 y 55 años son los que dan en “la tecla” a la hora de responder la opción adecuada. Sin embargo, la investigación indica que hace falta continuar con la información y, también, con la formación de los consumidores respecto a categorías, cualidades, características y la identificación de los sellos de calidad.
De hecho, hay productores que se “parten el alma” para apostar por la calidad que avala una denominación de origen protegida y, luego, los consumidores no saben qué aporta el sello que distingue a ese producto frente a los demás. Asimismo, la investigación recomienda campañas informativas dirigidas a motivar una compra inteligente del producto en vez de publicitar el producto por sí mismo.
El informe revela que hay predisposición a comprarlo debido a la elevada consideración, pero los españoles no conocen muchos aspectos que sirven para identificar la calidad o apostar por un tipo de producto frente al otro. La Consejería de Agricultura indica que resulta contradictorio no aprovechar la predisposición que hay hacia el aceite de oliva entre los españoles, pero hay que trabajar en darlo a conocer.
Algunas respuestas. El informe se ha elaborado gracias a un convenio de la Consejería de Agricultura con tres federaciones de consumidores y usuarios, que son Al-Ándalus, Facua y UCA. El 46% de los españoles no identifica bien los tipos de aceite que hay en el mercado. El 12% desconoce que el virgen extra es el mejor y el 39% asegura que el de orujo no es un tipo de aceite de oliva. El 30% indica que se guía por el precio y el 51% por la categoría, pese a que buena parte de este porcentaje se lía y no es capaz de hacer con claridad una clasificación que indique los mejores y peores. Asimismo, hay un 19% que piensa que la calidad del aceite se ve en el color. Por otro lado, el 41% de los encuestados cree que se debe consumir preferentemente antes de un año.
El Estudio del Grado de Conocimiento en Etiquetado del Aceite de Oliva asegura que los consumidores anteponen la calidad al precio, lo que es importante en tiempos de crisis. El problemas es que —en una respuesta anterior— dejan claro que no saben muy bien la diferencia entre los distintos tipos de producto que encuentran en los supermercados. Por ello, este informe deja claro que, tal vez, la publicidad del aceite no se debe dirigir a decirle “compre” al consumidor, sino más bien explicarle las diferencias para que sepa bien lo que se lleva a casa.
Fuente: diariojaen.es
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