El precio de la tierra y las dificultas de financiación, principales problemas para los que aspiran a convertirse en empresarios agrícolas y rejuvenecer el sector.
Solucionado el problema coyuntural de los bajos precios del aceite de oliva, que ya fluctúan por encima de los 2,40 euros el kilogramo, el sector afronta el futuro con las incertidumbres que genera la falta de relevo generacional. Y no será porque en estos momentos no hay gente dispuesta a tirar del carro -el agro se ha convertido en uno de los principales sumideros de desempleados-, sino por las tremendas dificultades que implica acceder a la propiedad de una parcela y convertirse posteriormente en empresario agrario. Esta barrera, cada vez más difícil de franquear, se traduce en el progresivo envejecimiento de los profesionales del campo, con todos los peligros de abandono de la actividad que ello conlleva. Según cálculos realizados por Asaja-Jaén, en estos momentos la edad media de los agricultores en la provincia se aproxima ya a los 55 años, cuando hace una década nos movíamos en la franja de 40 a 45 años.
Así lo corrobora también una encuesta elaborada por la propia Junta de Andalucía, cuyos resultados se hicieron públicos a mediados de 2006. En ese momento, o sea hace tres años, el 63 por ciento de los titulares de explotaciones tenía entre 55 y 65 años, un porcentaje que ya se habrá quedado bastante corto. Frente a ello, tan sólo un 8,5 por ciento tenía menos de 35 años.
Los precios, por las nubes
¿Qué está pasando? Sebastián Gasco, técnico de Asaja-Jaén, apunta a la confluencia de varios factores. «Uno de los primeros frenos -indica Gasco- es el precio de la tierra, excesivamente elevado y que requiere de una cuantiosa inversión que muy pocos pueden acometer». En este sentido, resulta bastante esclarecedor el último 'Informe agrario', de Unicaja, que habla de cifras récord en Jaén. El valor medio de una hectárea se sitúa en 40.456 euros, con repuntes anuales superiores al 7 por ciento. La cuestión es que 10.000 metros cuadrados de secano están saliendo ya por los 36.500 euros, mientras que en el regadío nos vamos hasta 57.400. Se trata de muchísimo dinero. Con un coste de 40.560 euros, una finca de 5,2 hectáreas (tamaño medio de una plantación oleícola en Jaén) valdría casi 211.000 euros, un importe que se dispararía hasta los 300.000 euros en caso de que los olivos contarán con agua.
No es la única causa. Gasco también apunta a una importante reducción de las Ayudas Estructurales para la Modernización de las Explotaciones Agrarias y Primera Instalación de Jóvenes Agricultores, «que se han reducido un 90 por ciento en la convocatoria de 2010». A juicio de Gasco, esta rebaja de los incentivos complica todavía más la situación, ya que obliga a solicitar otro tipo de préstamos que aseguren la financiación. Y aquí nos toparíamos de bruces con la crisis económica y con las restricciones crediticias impuestas por las entidades.
«Otro importante condicionante es la lentitud con la que se tramitan las subvenciones», señala Sebastián Gasco, quien explica el caso de un afiliado de Asaja-Jaén que está a punto de perder una señal de 6.000 euros aportada en su día como anticipo de compra, «una operación que se puede frustrar debido a una demora de 17 meses en la resolución del expediente».
Fuente: ideal.es
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