El fuego y la sequía que vive Rusia son un drama para la población y causarán serios problemas al propio país, ya que el propio Gobierno ha prohibido las exportaciones de cereales para garantizar el suministro a su propia población gracias a lo que haya de cosecha y al fondo de intervención.
Los mercados internacionales se encuentran expectantes ante la situación del campo ruso. El Gobierno estima que la producción mermará entre un 30 y 40% e, incluso, existen restricciones en las salidas. La cuestión radica en que Rusia suministra alimentos a medio mundo y los operadores se encuentran preocupados por el futuro de los cereales y, también, de las grasas vegetales.
De hecho, los precios en las operaciones de venta a granel de girasol y soja muestran una tendencia ascendente porque se intuye que la situación de la agricultura rusa afectará a las materias primas en el mundo, ya que habrá menos grasa de girasol y de soja —conforme a las predicciones del propio Gobierno de reducción en la producción—.
De ahí que, pese a que se debe a una situación anómala y desgraciada, hay productos del campo que pueden salir beneficiados y, precisamente, en esta lista se encuentra el aceite de oliva. Se debe a que la bajada de la cosecha de girasol y soja hará que existan menos grasas vegetales en los mercados internacionales, por lo que aumentarán las posibilidades de que el zumo de la aceituna encuentre más consumidores o, dicho de otro modo, mayores nichos de comercialización para las empresas.
Sin embargo, también se da otro parámetro que se ha de tener presente. La caída en la producción del girasol y la soja en términos internacionales se plasmará en un incremento de sus precios, simplemente, debido a la ley de la oferta y la demanda. A menos producto e igual solicitud, lo lógico es que suban sus precios. Precisamente, estas dos grasas son mucho más baratas que el aceite de oliva, por lo que se producirá una mayor equiparación en los lineales porque el zumo de la aceituna cuesta ahora barato y el girasol y la soja pueden mostrar una tendencia ascendente.
De hecho, el oro líquido experimentó una situación similar motivada por las heladas, que produjo una disminución de la cosecha considerable que se plasmó en menos producto en los mercados y mayor precio, pero que tampoco benefició a los olivareros jiennenses.
Las exportaciones.
Estas particularidades se dan en un periodo en el que el aceite de oliva gana mercado en el mundo y prestigio a pasos agigantados. Un buen ejemplo son las exportaciones, que ascienden a 494.500 toneladas —con los datos de junio, que son los únicos oficiales que ha publicado el Gobierno de España—. Representa un aumento del 16% respecto a la campaña anterior y de un 32% en relación a la media de los últimos cuatro años. De ahí que con estos datos se pueda intuir que, de seguir así, se alcanzará un nuevo récord en las exportaciones. La media mensual de salidas durante estos meses ha sido de 61.810 toneladas.
Sin embargo, estas particularidades que ofrecen los mercados no siempre se aprovechan por parte de los operadores, ya que para salir a vender al extranjero hacen falta empresas de grandes dimensiones y con músculo financiero, salvo que se haga en partidas muy específicas. No obstante, los productores de la provincia jiennense apuntan a que, en los últimos días, se ha producido un “calentamiento” de las operaciones o, dicho de otro modo, que hay más empresas que han acudido al mercado a comprar, lo que ha hecho que se defendiera un poco mejor el precio en las partidas que salen a granel de las almazaras.
Fuente: diariojaen.es
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